Un agente de la CIA fue sentenciado a 30 años de prisión por drogar, fotografiar y agredir sexualmente a más de veinte mujeres. Brian Jeffrey Raymond atrajo a sus víctimas a través de aplicaciones de citas y las drogaba antes de agredirlas sexualmente y tomar fotos de sus cuerpos desnudos. Las víctimas describieron haber sido engañadas por él, pensando que era un hombre amable y educado que formaba parte de una agencia que debía proteger al mundo del mal.
Raymond fue condenado por ser un depredador sexual y se le impuso la sentencia máxima solicitada por la fiscalía. Sus agresiones datan de 2006 y se extendieron a países como México y Perú. Las víctimas, identificadas solo por números, relataron en el tribunal cómo sus vidas fueron trastocadas por el experimentado espía. Algunas solo se enteraron de lo sucedido al ver las fotos en las que eran agredidas mientras estaban inconscientes.
Las víctimas relataron ante el tribunal el impacto que tuvo en sus vidas el comportamiento de Raymond, desde crisis nerviosas hasta problemas de confianza en sí mismas y en los demás. Una de las mujeres expresó su deseo de que las consecuencias de los actos de Raymond lo atormenten de por vida. El espía leyó una declaración en la que expresó su arrepentimiento por haber traicionado sus valores y afirmó que ninguna disculpa sería suficiente.
Raymond, nacido en San Diego y exbecario de la Casa Blanca, se declaró culpable de abuso sexual, coerción y transporte de material obsceno. Como parte de su sentencia, se le ordenó pagar una compensación a cada una de sus 28 víctimas. Las mujeres describieron cómo las fotografías de sus cuerpos desnudos y las agresiones sufridas por parte de Raymond impactaron negativamente en su bienestar mental y emocional, dejándolas con secuelas permanentes.
La jueza federal que impuso la sentencia calificó a Raymond como un depredador sexual y afirmó que sus acciones constituían uno de los casos más atroces de comportamiento indebido en la historia de la agencia de inteligencia. Las víctimas describieron cómo el espía las engañaba y manipulaba para poder llevar a cabo sus agresiones, dejándolas con traumas que persistirán durante mucho tiempo. La condena de 30 años en prisión representa un paso hacia la justicia para las víctimas y un mensaje claro de que este tipo de comportamiento no será tolerado.