Históricamente, cuando los estudiantes de universidades estadounidenses protestan, como en el Movimiento de Derechos Civiles o Black Lives Matter, se suele culpar a "agitadores externos" por su participación. Esta es una forma de deslegitimar los movimientos políticos y justificar la intervención policial en protestas pacíficas protegidas por la libertad de expresión. La frase "agitadores externos" ha sido utilizada en movimientos estudiantiles históricos como una táctica para desviar la atención de las demandas legítimas.
En la década de 1960, durante el Movimiento de Derechos Civiles, las autoridades locales a menudo insinuaban que los protestantes eran influenciados por agitadores externos. Esta etiqueta fue utilizada para desacreditar el movimiento y minimizar las quejas legítimas. Martin Luther King Jr. rechazó esta idea y enfatizó la importancia de la solidaridad en la lucha por la justicia. En la década de 1970, la misma estrategia se utilizó para vincular los asesinatos de estudiantes con agitadores externos durante las protestas contra la guerra de Vietnam.
En el caso de Black Lives Matter, han surgido acusaciones de agitadores externos durante las protestas contra la brutalidad policial. Después de la muerte de Michael Brown en 2014 en Ferguson, Misuri, y de George Floyd en 2020 en Minneapolis, se responsabilizó a supuestos elementos externos por la destrucción y la violencia que enfrentaron las comunidades. A pesar de estas acusaciones, análisis han demostrado que gran parte de los manifestantes eran locales.
Recientemente, en protestas propalestinas en campus universitarios, se ha utilizado la retórica de los agitadores externos para justificar la represión policial. En la ciudad de Nueva York, el alcalde Eric Adams ha mencionado repetidamente la presencia de "agitadores externos" para justificar el uso de la fuerza policial. A pesar de la falta de evidencia concreta, se ha perpetuado esta narrativa para deslegitimar las protestas y la participación de la comunidad.
El concepto de agitadores externos ha sido utilizado históricamente para desacreditar movimientos políticos y justificar la represión policial. A pesar de que en ocasiones puede haber individuos con intenciones perjudiciales en las protestas, la mayoría de los manifestantes son locales y buscan generar un cambio positivo en la sociedad. Es importante cuestionar estas narrativas y promover la solidaridad y la justicia en la lucha por los derechos civiles y la igualdad.