El amor de los abuelos es un sentimiento indescriptible que deja huellas en la vida de los nietos. Doña Altagracia, una mujer humilde y orgullosa madre y abuela, comparte una relación única con su nieto Wilson, un joven de 25 años con autismo. Wilson, a pesar de las dificultades que ha enfrentado, encuentra en el amor de su familia la fuerza para seguir adelante en su vida diaria.
Doña Altagracia recuerda con alivio el momento en que recibieron el diagnóstico de autismo de Wilson, sin duelo, solo con la certeza de saber qué estaba sucediendo. Desde pequeño, Wilson enfrentó desafíos en su desarrollo, pero con el apoyo de su familia y terapias especializadas logró superar obstáculos y encontrar su pasión en la cocina. Hoy en día, Wilson es chef y dueño de su propio negocio de postres, donde vende sus deliciosas creaciones en diferentes establecimientos y a través de las redes sociales.
Wilson se describe a sí mismo como una persona inocente, divertida y curiosa, aunque reconoce las dificultades que enfrenta para comunicarse efectivamente sus emociones. Considera a su abuela como un pilar en su vida, alguien que siempre está presente para apoyarlo y brindarle amor incondicional. Tras la muerte de su abuelo, Wilson se convirtió para doña Altagracia en un soporte inesperado, llenándola de abrazos intensos y amor incondicional.
El amor de doña Altagracia por Wilson es tan grande que desea un mejor país no solo para él, sino para todas las personas con autismo, con la esperanza de que tengan oportunidades laborales, puedan desarrollarse y sentirse útiles, hacer amigos y disfrutar de la vida. La relación entre abuela y nieto es especial, llena de amor, aceptación y complicidad, dejando una huella profunda en la vida y personalidad de Wilson. Su historia es un testimonio de amor incondicional y la importancia de la familia en la vida de una persona con autismo.