Los asesinatos cometidos por Amarjeet Sada, un niño de 8 años en la aldea Mushahari de Begusarai, Bihar, India, causaron conmoción en el país y en el mundo entero. Sada se convirtió en el asesino en serie más joven del planeta al matar a tres bebés, dos de ellos de su propia familia. El niño era descrito como solitario y disfrutaba de actividades como trepar a los árboles, pero el 30 de mayo de 2007 fue arrestado por los asesinatos, cambiando la percepción internacional sobre la naturaleza del peligro que un niño tan joven puede representar.
El primer asesinato cometido por Amarjeet Sada fue de su prima, a quien estranguló hasta la muerte. Tras el crimen, enterró a la bebé y regresó a casa para contarle a su madre lo sucedido. En lugar de involucrar a la policía, su madre decidió inventar una historia para evitar problemas legales. El segundo crimen fue aún más perturbador, ya que Amarjeet mató a su hermana de ocho meses mientras sus padres dormían. Estos crímenes quedaron en silencio, ya que varios familiares conocían lo sucedido pero optaron por no hablar al respecto.
El tercer asesinato ocurrió en 2007, cuando Amarjeet mató a una niña de seis meses llamada Kushboo, hija de una vecina. La madre encontró a su hija desaparecida, y la investigación apuntó rápidamente hacia el niño. Amarjeet admitió haber estrangulado a la niña y golpeado su cabeza con un ladrillo, llevando a la policía al lugar donde había enterrado el cuerpo. A pesar de estas acciones violentas, el niño mostraba una falta de remordimiento y pedía comida con gusto mientras narraba los crímenes.
El caso de Amarjeet Sada generó polémica legal y diagnósticos psicológicos intrigantes. Los policías no entendían la sonrisa permanente en el rostro del niño al hablar de sus crímenes, mientras que un psicólogo lo describía como un sádico que disfrutaba haciendo daño. La ley india estipula que los niños no pueden ser enviados a prisión como adultos, por lo que Amarjeet fue alojado en un hogar para menores. Se cree que fue liberado a los 16 años, pero se desconoce su paradero actual y se especula que vive bajo una nueva identidad.
La historia de Amarjeet Sada invita a reflexionar sobre la capacidad de los niños para cometer actos atroces y las respuestas legales adecuadas para enfrentar estas situaciones. Su caso ha dejado una marca en la comunidad de Musharshar y continúa siendo objeto de investigación y estudio en la criminología infantil. Con su joven edad y sus crímenes violentos, Sada desafió las normas de la sociedad y sigue siendo un enigma para los expertos en psicología y criminología.