Según la revista estadounidense Newsweek, un buque de exploración ruso hizo un descubrimiento en el mar de Weddell, territorio que el Reino Unido reclama junto con Chile y Argentina. Los estudios realizados por el buque Alexander Karpinsky fueron presentados al Comité de Auditoría Medioambiental de la Cámara de los Comunes del Parlamento británico. Aunque Moscú afirma que los estudios eran puramente científicos, el Reino Unido cuestiona las intenciones de Rusia, sugiriendo que podrían ser un paso previo para la explotación de la región, que cuenta con una reserva de petróleo estimada en 511,000 millones de barriles.
El Tratado Antártico de 1959 prohíbe la exploración y explotación de hidrocarburos en la región antártica. Además, otros acuerdos como la Convención de Madrid de 1991 y el Consenso sobre la Prohibición de Todas las Actividades Mineras de 1998 también prohíben la explotación del subsuelo antártico hasta 2048. Sin embargo, existe la posibilidad de que Rusia eluda estas restricciones retirando su firma del tratado. China también podría reclamar su parte de la región, considerando que recientemente inauguró su quinta estación antártica y busca aumentar su presencia en la zona por motivos científicos.
Desde el punto de vista ecologico, la explotación de hidrocarburos en la Antártida podría ser devastadora. La región ya está siendo afectada por el calentamiento global, lo que ha provocado un rápido derretimiento de la capa de hielo antártico. Si esta capa se derritiera por completo, el nivel del mar aumentaría en 58 metros, lo que sería una catástrofe ecológica. A pesar de las reservas de petróleo en la región, la explotación podría resultar costosa y poco rentable, lo que podría frenar las inversiones locales en la zona.
En términos económicos, la reserva de petróleo en la Antártida podría satisfacer la demanda mundial de petróleo y gas durante al menos 40 años. Sin embargo, en un momento en que se está buscando reducir la dependencia de los combustibles fósiles, la explotación de hidrocarburos en la región podría dificultar esta transición. A pesar de esto, la última Conferencia de las Partes subrayó la necesidad de una transición para abandonar los combustibles fósiles, lo que podría llevar a frenar la explotación de los recursos en la Antártida.
En conclusión, la posibilidad de explotar los recursos de hidrocarburos en la Antártida plantea desafíos significativos en términos ambientales, económicos y políticos. A pesar de las prohibiciones existentes, países como Rusia y China podrían buscar formas de eludir estas restricciones para aprovechar las vastas reservas de petróleo y gas en la región. Esto amenazaría no solo el frágil ecosistema antártico, sino también la transición hacia fuentes de energía más sostenibles a nivel mundial.