Cada 4 de junio se celebra el Día Mundial de la Fertilidad con el objetivo de concientizar sobre los problemas para concebir que afectan a un porcentaje cada vez mayor de personas en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud reconoce a la infertilidad como una enfermedad que afectará a cerca del 17.5% de los adultos en algún momento de sus vidas. Actualmente, los avances de la medicina reproductiva permiten que parejas monoparentales y personas solteras también puedan cumplir su deseo de ser padres a través de diversas técnicas como la fecundación in vitro y la subrogación de vientre.
El nacimiento del primer bebé de probeta en 1978 en el Reino Unido marcó un hito histórico en la medicina reproductiva. Louise Brown fue la primera niña en el mundo nacida a través de una fecundación in vitro. A lo largo de las décadas de 1980 y 1990, se han mejorado las técnicas de FIV, aumentando las tasas de éxito. En 1984, se logró el primer nacimiento de un bebé producto de un óvulo donado, lo que abrió nuevas posibilidades para mujeres con problemas ováricos. En 1992, se logró el primer bebé concebido mediante inyección intracitoplasmática de espermatozoides, una técnica revolucionaria para tratar la infertilidad masculina.
El diagnóstico genético preimplantacional (PGD) ha permitido el análisis genético de embriones antes de su implantación, reduciendo el riesgo de enfermedades genéticas. Esta técnica es crucial para seleccionar embriones sanos y transferirlos al útero de la mujer, evitando la transmisión de enfermedades genéticas. La vitrificación, un método avanzado de congelación de óvulos, espermatozoides y embriones, ha mejorado significativamente las tasas de supervivencia de los mismos, permitiendo una mayor eficacia en los tratamientos de fertilidad y la preservación de la fertilidad por diversas razones, como enfermedades oncológicas.
La ovodonación se ha visto beneficiada por la vitrificación, que ha mejorado los resultados de la criopreservación de óvulos. Los bancos de óvulos permiten realizar tratamientos sin necesidad de sincronización y ofrecen información detallada sobre las donantes, lo que facilita la elección de óvulos para los tratamientos de fertilidad. La gestación por sustitución, también conocida como subrogación de útero, es una opción para aquellas personas o parejas que deseen tener un hijo pero no puedan llevar adelante un embarazo. Este tratamiento ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años.
La inteligencia artificial ha llegado a la medicina reproductiva para brindar tratamientos personalizados y mejorar las posibilidades de éxito en los procedimientos de fertilidad. La implementación de la IA en la reproducción asistida permite ofrecer a los pacientes estrategias individualizadas y mejorar los resultados de los tratamientos. En un ámbito en el que el objetivo es maximizar las posibilidades de concepción, la inteligencia artificial se presenta como una herramienta valiosa para la medicina reproductiva, ofreciendo nuevas oportunidades para quienes desean formar una familia.