Michael Meyden, un hombre de 57 años de Lake Oswego, Oregon, fue sentenciado a dos años de prisión por declararse culpable de drogar a tres amigas de su hija durante una pijamada en su casa. Las niñas, de 12 años en ese momento, fueron hospitalizadas después de ingerir benzodiazepinas mezcladas en batidos por Meyden, que también enfrentará tres años de supervisión tras su liberación. El fiscal John Wentworth describió las acciones de Meyden como "imperdonables e imprudentes" y pidió un castigo adecuado.
La noche del incidente, las tres niñas en la casa de Meyden estaban emocionadas por la fiesta de pijamas, pero todo cambió cuando Meyden les sirvió batidos de mango con benzodiazepinas. A medida que las niñas caían en un sueño profundo, una de ellas, alerta de la situación, logró enviar un mensaje de auxilio a su madre, quien rápidamente la rescató. Al día siguiente, el Hospital Infantil Randall confirmó que las niñas dieron positivo por benzodiazepinas, dejando a las familias enfrentando la realidad de que habían sido drogadas a propósito.
La policía encontró en la casa de Meyden más de cinco frascos de temazepam, un sedante, junto con balanzas y herramientas para triturar pastillas, lo que sugiere una premeditación. Las familias y las niñas víctimas enfrentaron consecuencias emocionales y psicológicas graves, con un profundo sentimiento de desconfianza hacia los adultos. Durante la audiencia, una de las niñas expresó su miedo e inseguridad, dejando claro el daño causado por Meyden y la necesidad de justicia.
Los padres de las niñas expresaron su indignación y dolor en el tribunal, acusando a Meyden de poner en peligro a sus hijas y a sus amigos. La jueza Ann Lininger elogió la fortaleza de las niñas, describiéndolas como mujeres jóvenes fuertes que enfrentaron una injusticia insondable. La comunidad se vio obligada a confrontar la verdad de que incluso los lugares más seguros pueden convertirse en escenarios de actos terribles, generando una profunda conmoción en la comunidad.
Además de la sentencia de dos años de prisión, Meyden enfrentará tres años de supervisión tras su liberación y podría ver reducida su condena por buen comportamiento. Su abogado afirmó que Meyden estaba profundamente arrepentido y tenía un genuino remordimiento por sus acciones. El impacto de este incidente resonó profundamente en la comunidad y dejó a todos confrontando la gravedad de los actos cometidos por Meyden, generando un ambiente de dolor y búsqueda de justicia en medio de la angustia.