El Reino Unido experimentó un cambio de gobierno tras la victoria del Partido Laborista en las elecciones generales, marcando la peor derrota histórica del Partido Conservador. El nuevo gobierno liderado por Keir Starmer enfrenta desafíos como la lenta economía, el malestar social derivado de la salida de la Unión Europea, la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania y escándalos en el Partido Conservador.
A lo largo del siglo pasado, los dos principales partidos británicos solían obtener la mayoría de los votos en las elecciones. Sin embargo, en la última elección, conservadores y laboristas solo lograron reunir el 60% de los votos en conjunto, lo que refleja una tendencia a la baja en la proporción de votos. A pesar de esto, Keir Starmer podrá gobernar con una amplia mayoría en la Cámara de los Comunes, gracias al sistema electoral británico que permite a un partido obtener un escaño con una proporción de votos relativamente baja.
En estas elecciones, se observó un castigo a los conservadores, con un número récord de ministros del Gabinete que perdieron sus escaños en el Parlamento. Entre ellos se destacan figuras como Penny Mordaunt, Grant Shapps, Mark Harper y Gillian Keegan. Liz Truss, quien ocupó brevemente el cargo de primera ministra, también enfrentó críticas por sus decisiones financieras. Los conservadores sufrieron grandes pérdidas, lo que podría afectar su liderazgo futuro.
El Partido Laborista enfrentó desafíos en Gaza, donde algunos candidatos laboristas perdieron ante independientes con plataformas propalestinas. Incluso Keir Starmer, criticado por su postura respecto a Gaza, vio reducida su mayoría en el escaño de Holborn y St. Pancras. A pesar de esto, el laborismo logró recuperar su presencia en Escocia, donde ganó la mayoría de los escaños, dejando al SNP con solo nueve, y descartando la posibilidad de un referendo de independencia.
Con la inauguración de los nuevos miembros del Parlamento, se verán cambios en la distribución de las bancas. Los laboristas ocuparán los asientos de la derecha del presidente de la Cámara de los Comunes, mientras que los conservadores se ubicarán a la izquierda como oposición. Además, habrá un aumento significativo en el número de miembros de otros partidos como los Demócratas Liberales, los Verdes y Reform UK. Este último ha cuestionado la injusticia del sistema electoral británico y ha pedido un cambio.
En resumen, las elecciones en el Reino Unido marcaron un cambio significativo en el gobierno, con el Partido Laborista obteniendo una victoria contundente sobre el Partido Conservador. El nuevo gobierno liderado por Keir Starmer enfrenta importantes desafíos económicos y sociales, así como críticas por su postura en temas como Gaza. A pesar de la pérdida de escaños relevantes por parte de los conservadores, se espera que el sistema bipartidista se mantenga con la presencia creciente de otros partidos en el Parlamento.