A sus 60 años, la minifalda se ha convertido en un clásico de la moda que se reinventa una y otra vez. La diseñadora Mary Quant fue la pionera en llevarla a la pasarela en 1964, y a pesar de que muchos pensaron que sería una tendencia efímera, se equivocaron. Actualmente, marcas como Miu Miu, Gucci, Prada, Loewe, Stella McCartney y Chanel han sucumbido al influjo de la minifalda, que sigue más viva que nunca.
Mary Quant siempre le restó importancia al mérito de la minifalda y afirmaba que fueron las chicas de King’s Road quienes la inventaron. La diseñadora española Teresa Helbig también es apasionada de la minifalda, un corte que nunca falta en sus colecciones. Tina Turner, por su parte, considera que la minifalda es un símbolo de juventud, fuerza y garra, aunque reconoce que la moda es cíclica y tiene momentos de mayor auge que otros.
En los años 60, la minifalda se convirtió en un símbolo de rebeldía y liberación para las mujeres. Iconos como la actriz y cantante Twiggy, Raquel Welch, Brigitte Bardot, Françoise Hardy, Jane Fonda o Madonna defendieron esta prenda y la adoptaron como parte de su estilo. Incluso la reina Letizia y la princesa Catalina han optado por lucirla en sus actos oficiales. Las Spice Girls incluían minifaldas en su vestuario, y Victoria Beckham sigue apostando por este icónico diseño en su firma de moda.
La minifalda también ha tenido presencia en bodas importantes, como la de Sharon Tate con Roman Polanski en 1967, la de Yoko Ono con John Lennon en 1969, o el vestido rosa mini que Givenchy creó para Audrey Hepburn en su matrimonio con Andrea Dotti. Incluso artistas como Taylor Swift, Hailey Bieber o Blake Lively han optado por lucir minifaldas en eventos importantes. En definitiva, la minifalda sigue siendo una prenda atemporal que refleja diversidad y libertad, y que continuará reinventándose en la moda contemporánea.