Los hijos deben vivir la etapa de vejez de sus padres desde el respeto, brindando protección y amor sin verles como una carga. No todas las personas envejecen de la misma manera, algunas enfrentan dificultades de salud y habilidades, mientras que para otras es una etapa más fácil. Es importante recordar el versículo bíblico que dice "Hijo fuiste y padre serás" y aprender a ver a los padres envejecientes como seres valiosos que merecen cuidado y amor.
Según el psicólogo clínico Luis Vergés, la vida se compone de diferentes etapas, cada una con sus encantos y desafíos. Es fundamental que los hijos aprendan a valorar a sus padres a medida que envejecen, reconociendo que cada año de vida es una oportunidad para quererlos y cuidarlos. Muchos problemas relacionados con el cuidado de los padres surgen de conflictos no resueltos entre los hijos, como rivalidades fraternas que dificultan la toma de decisiones sobre el cuidado de los padres.
Cambiar la actitud hacia el cuidado de los padres es crucial, pasando de verlo como una carga a una labor compasiva y enriquecedora que nos permite crecer como seres humanos. Una vez superados los obstáculos emocionales, es importante asignar responsabilidades de manera justa y amorosa en la familia. Aprender a ver el cuidado de los padres como una oportunidad de evolución personal fortalece moralmente y nos ayuda a asumir nuestro rol con entusiasmo.
En la etapa de vejez o adultez mayor, los padres pueden enfrentarse a sentimientos de soledad, falta de independencia y vulnerabilidad, influenciados por factores como las características personales, el trato de los hijos y la limitación en actividades significativas. Es común sentir miedo al fallar en el cuidado de los padres, ya que implica un cambio de roles importante. Es esencial aprender a ver el cuidado como una oportunidad de crecimiento personal y enfocarse en las ganancias más que en los desafíos.
Para facilitar el proceso de pasar de protegidos a protectores, es necesario cultivar habilidades prácticas y adoptar una actitud positiva hacia el nuevo rol que nos toca asumir. El cuidado de los padres no debe ser visto como una carga, sino como una oportunidad de evolución y desarrollo interior. Superar los miedos y obstáculos emocionales nos ayuda a asumir la responsabilidad con entusiasmo y compasión, fortaleciéndonos moralmente. Un líder sensato en la familia puede proponer una distribución justa y amorosa de responsabilidades, facilitando la labor de cuidar a los padres envejecientes.