El mar Mediterráneo está experimentando altas temperaturas récord, con mediciones de hasta 31,8° Celsius cerca de las costas de las islas Baleares y más de 30° Celsius en las aguas corsas. Esto ha sido explicado por el oceanólogo francés Jean-Pierre Gattuso como un fenómeno alarmante que afecta a las especies marinas y agrava la intensidad de las tormentas.
Una ola de calor marina se define como un aumento significativo de la temperatura del agua por varios grados más allá de los niveles normales de la temporada. Según Jean-Pierre Gattuso, las mediciones en el puerto de Villefranche-sur-Mer en Francia han superado los récords anteriores, lo que muestra un aumento constante de las temperaturas.
Météo France ha registrado temperaturas del agua por encima de los 30°C en lugares cerca de Córcega, algo que nunca se había visto desde que se comenzaron las mediciones en 1957. Esto no sorprende a la comunidad científica, ya que era algo previsto por el IPCC debido al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Las olas de calor marinas en el Mediterráneo se deben a la combinación de un mar muy caliente debido a las altas temperaturas del aire y la falta de viento que impide la mezcla del agua superficial cálida con las aguas más frías en profundidad. Esto afecta directamente a la vida marina, incluyendo peces, microorganismos y vegetación, generando desplazamientos y cambios en las especies presentes en el Mediterráneo.
El aumento gradual de la temperatura del agua en el Mediterráneo está provocando movimientos de especies hacia el norte para escapar del calor, así como la entrada de especies tropicales y subtropicales a través de diferentes rutas. Las olas de calor marinas afectan a la biodiversidad marina y causan la muerte de ciertas especies, tanto directa como indirectamente, a través de efectos como el crecimiento de algas que asfixian a los invertebrados.
El impacto de estas olas de calor en el mar también se extiende a las condiciones meteorológicas, potenciando las tormentas en zonas templadas y los ciclones en zonas tropicales. El calor excesivo del agua aumenta la evaporación y la cantidad de humedad en el aire, lo que puede desencadenar precipitaciones extremadamente intensas y tormentas devastadoras, como la ocurrida en la región de Niza y Mentón durante la tormenta Alex en 2020.