El Rey Carlos III ha heredado la propiedad simbólica de todos los delfines en aguas británicas, junto con la posesión de aproximadamente 32,000 cisnes en el Reino Unido. Este derecho tiene sus raíces en un estatuto de 1324 que otorga al monarca reinante el control sobre ciertas especies marinas, conocidas como "peces reales". A lo largo de los siglos, este estatuto ha simbolizado la autoridad del monarca sobre los mares de su reino y su compromiso con la protección de la fauna marina.
Durante el reinado de Isabel II, este derecho sobre los delfines se convirtió en un símbolo de la continuidad de la monarquía británica y su relación con la protección de la fauna marina del país. Aunque rara vez se ejerce, este derecho destaca la profundidad de las tradiciones que han acompañado a la monarquía durante siglos. El evento anual de "Swan Upping", que implica llevar a cabo un censo de cisnes en el río Támesis, refuerza la conexión entre la monarquía y la conservación de la vida animal.
La herencia de estos derechos sobre los delfines y los cisnes se remonta al reinado de Eduardo II en el siglo XIV, con la intención de proteger a estas especies de la caza indiscriminada y el comercio. Aunque en la práctica moderna estos derechos rara vez se ejercen, siguen siendo un recordatorio de la importancia de preservar estas especies. La continuidad de estos derechos representa la conexión entre la ley, la cultura y la monarquía británica, destacando la identidad única de la institución monárquica y su adaptabilidad a lo largo del tiempo.
La posesión simbólica de los delfines y los cisnes por parte de la Corona británica no se limita a un acto ceremonial, sino que representa la responsabilidad de mantener vivas ciertas tradiciones que son parte integral del patrimonio cultural del país. En el caso de Carlos III, este hereda la responsabilidad de gobernar y proteger estos derechos, demostrando el compromiso de la monarquía británica con la conservación de la fauna marina y la preservación de sus tradiciones a lo largo del tiempo.
El derecho de la monarquía sobre los delfines, los cisnes y otras especies marinas es un símbolo de la autoridad del monarca sobre los mares británicos y su compromiso con la protección de la fauna marina del país. Esta herencia legal y simbólica tiene profundas raíces históricas que reflejan la importancia de preservar estas especies para las generaciones futuras. Con la asunción de Carlos III al trono, la continuidad de estas tradiciones se mantiene viva, mostrando la relevancia y la importancia cultural de los "peces reales" en el Reino Unido.