El ruido ambiental se ha convertido en un problema de salud pública, siendo considerado el segundo factor de riesgo ambiental para la salud después de la contaminación atmosférica. Se estima que en la Unión Europea, 22 millones de personas sufren de molestias crónicas por ruido, lo que conlleva la pérdida de más de 1 millón de años de vida saludable, 12,000 muertes prematuras y 48,000 casos de enfermedades coronarias al año. El ruido ambiental proviene de diversas fuentes como el tráfico rodado, la actividad industrial, la construcción y la música muy alta, entre otras.
La exposición a niveles de ruido ambiental superiores a los 55 dB se considera perjudicial para la salud según la Directiva Europea de Ruido. En España, aproximadamente 10,137,000 personas están expuestas a niveles de tráfico rodado por encima de este umbral, lo que sugiere un problema significativo en el país. Los efectos del ruido en la salud van más allá de la audición, afectando el sueño, el desarrollo cognitivo, el metabolismo y causando problemas cardiovasculares.
El ruido constante puede llevar a problemas de estrés, afectando tanto la salud mental como física de las personas. Aunque algunas personas pueden habituarse al ruido y sentir menos molestia con el tiempo, esto no implica una habituación fisiológica, ya que el cuerpo continúa reaccionando al ruido de manera negativa. La constante exposición al ruido puede activar el eje hipotalámico-pituitario-adrenal y el sistema nervioso simpático, liberando hormonas del estrés que pueden afectar la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y la respuesta inmunológica.
El estrés crónico derivado del ruido puede tener repercusiones graves en la salud, como aumento de la inflamación, supresión del sistema inmunológico y problemas del sistema vascular. Esto puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes y enfermedades neurológicas. Es por ello que se hacen necesarias intervenciones para reducir la exposición al ruido, como cambios en el pavimento, reducción de la velocidad del tráfico, construcción de barreras de ruido y una planificación urbana eficiente.
Un ejemplo de medidas exitosas en la reducción del ruido ambiental y la mejora de la calidad de vida en las ciudades es el proyecto de las superislas de Barcelona, donde se restringe el tráfico de vehículos a motor, se prioriza la movilidad peatonal y ciclista y se fomenta la presencia de áreas verdes. Esto ha demostrado ser efectivo para disminuir la contaminación acústica, mejorar la calidad del aire y promover estilos de vida más saludables. En un futuro donde la mayoría de la población vivirá en entornos urbanos, es crucial repensar el modelo de ciudad en el que queremos vivir para garantizar la salud y el bienestar de todos.