Sven-Göran Eriksson falleció a los 76 años, dejando una marca imborrable en la historia del fútbol. Comenzó su carrera como entrenador a los 30 años con el Göteborg, logrando dos copas y la Copa de la UEFA en 1982. Luego pasó al Benfica, donde casi repitió el éxito europeo pero fue víctima de la maldición de Guttman. En Portugal también logró éxitos y promovió jóvenes talentos como Fernando Chalana y António Veloso.
Después de su paso por Portugal, Eriksson se trasladó a Italia para entrenar al Roma, logrando la Copa en su segunda temporada y casi arrebatándole la Serie A a la Juventus. Luego dirigió al Fiorentina, donde no logró completar los objetivos pero dejó como legado la explosión de Roberto Baggio. Regresó al Benfica antes de volver a Italia para dirigir al Sampdoria, consiguiendo una Copa de Italia y alcanzando las semifinales de la Recopa.
Luego Eriksson pasó al Lazio, donde armó un equipo sólido en defensa y letal en ataque con jugadores como Nesta, Nedved y Simeone. Conquistó la Recopa y la Serie A en su tercer año, culminando la mejor temporada de la historia del club romano. Después de dejar el Lazio, entrenó en varios equipos internacionales como el Manchester City, Costa de Marfil y la selección de Filipinas.
En su etapa como entrenador de la selección de Inglaterra, Eriksson logró clasificar al equipo para el Mundial de 2002 y llegó a los cuartos de final en el Mundial de 2006, siendo eliminado por Brasil. También dirigió a Inglaterra en la Eurocopa de 2004 y 2006, donde fue eliminado en los penales. Su última experiencia como entrenador fue en 2019 con la selección de Filipinas, antes de anunciar su diagnóstico de cáncer terminal de páncreas en enero de ese mismo año.