Emmanuel Macron, presidente de Francia, ha nombrado a Michel Barnier, ex negociador de la Unión Europea para el Brexit, como nuevo primer ministro. Barnier, de 73 años, ha recibido el encargo de formar un gobierno unificador al servicio del país. Este nombramiento llega después de casi dos meses de bloqueo político en Francia tras las elecciones anticipadas de julio, que resultaron en un parlamento dividido.
Las expectativas sobre quién sería el sucesor de Gabriel Attal, el primer ministro saliente, eran altas entre políticos y medios franceses. Una coalición de izquierdas emergió como la mayor fuerza política en Francia, pero sin escaños suficientes para lograr una mayoría absoluta. La facción centrista de Macron y la extrema derecha conforman los otros dos grandes grupos en la Asamblea Nacional.
Barnier, de derecha y antiguo negociador de la UE sobre el Brexit, vuelve a la primera línea política como primer ministro, después de haber sido invisible en la vida política francesa desde su fracaso al intentar ganar la nominación de su partido para desafiar a Macron en las elecciones presidenciales de 2022. Su nombramiento es visto como compatible con Macron y no sería vetado inmediatamente por el Parlamento.
La ultraderechista Agrupación Nacional de Marine Le Pen jugará un papel clave en la confirmación de Barnier como primer ministro. Macron parece confiar en que Le Pen no bloqueará su nombramiento y esperará a escuchar el discurso político de Barnier antes de decidir si lo apoyará. La decisión final recae en Le Pen, lo que ha sido criticado por líderes de otros partidos políticos en Francia.
La presión de presentar un proyecto de presupuesto para 2025, así como el deseo de reconocer el rechazo a su gobierno de siete años sin renunciar a las reformas implementadas, han llevado a Macron a nombrar a Barnier como primer ministro. Las elecciones de julio privaron a Macron de su mayoría relativa en el Parlamento, lo que lo llevó a alargar el nombramiento de un nuevo primer ministro hasta los Juegos Olímpicos y más allá.
En medio de esta situación, Gabriel Attal, el primer ministro saliente, ha permanecido en el cargo como interino. Barnier, al asumir el cargo, debe enfrentarse a las expectativas de convertir en realidad las políticas que su predecesor no pudo completar. El nombramiento de Barnier ha generado diversas opiniones en la escena política francesa, con críticas y aplausos por parte de diferentes sectores.