El gobierno de Haití condenó un ataque pandillero que dejó al menos 70 muertos y 16 heridos graves en la localidad de Pont Sondé, en el departamento de Artibonite. La pandilla Gran Grif abrió fuego contra la población, matando a hombres, mujeres y niños. Esta masacre es una muestra del poder de las pandillas en Haití, que controlan la capital, Puerto Príncipe, y las principales carreteras del país.
El jefe de Gran Grif, Luckson Elan, ordenó el ataque luego de que conductores se negaran a pagar un peaje que la pandilla había instalado en la carretera nacional. Los bandidos incendiaron casas y vehículos, obligando a los residentes a huir. La ONU calificó el ataque como una muestra de "cobardía absoluta". El gobierno envió policías y efectivos de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití (MMAS) para restablecer el orden en la zona afectada.
Haití enfrenta una dura crisis humanitaria, exacerbada por las acciones de las pandillas. Las fuerzas de seguridad tienen dificultades para contener la violencia que azota la capital y sus alrededores. La MMAS, formada en su mayoría por policías kenianos, necesita más ayuda financiera y logística para hacer frente a un enemigo poderoso. Estados Unidos impuso sanciones a Luckson Elan y a otro individuo por violaciones de derechos humanos y su apoyo a las bandas.
La violencia en Haití ha provocado la muerte de miles de personas en lo que va del año. Más de 700.000 personas, incluyendo niños, se han visto obligadas a abandonar sus hogares en busca de refugio. La situación humanitaria en el país es catastrófica, y la ONU ha llamado a una mayor atención y apoyo internacional para abordar esta crisis. Es necesario tomar medidas urgentes para abordar la violencia y proteger a la población vulnerable.
El primer ministro de Haití, Gary Conille, condenó el ataque en Pont Sondé como un crimen odioso contra la nación haitiana. La comunidad internacional debe unirse para apoyar a Haití en la lucha contra la violencia y la inestabilidad. Las pandillas representan un desafío significativo para las autoridades locales y la fuerza internacional desplegada en el país. Es necesario trabajar en conjunto para restablecer la seguridad y proteger a la población de futuros ataques.
La violencia perpetrada por las pandillas en Haití es una amenaza constante para la población civil y el desarrollo del país. Los esfuerzos internacionales deben centrarse en abordar las causas subyacentes de la inseguridad y brindar apoyo a las comunidades afectadas. La situación en Haití es grave y requiere una respuesta coordinada y solidaria por parte de la comunidad internacional. Es fundamental garantizar la protección de los derechos humanos y la seguridad de la población en medio de esta crisis sin precedentes.