Adoptar hábitos saludables como una alimentación equilibrada y la práctica regular de actividad física puede reducir significativamente el riesgo de cáncer de mama. La dieta mediterránea y el ejercicio físico son factores clave en la prevención de esta enfermedad. La vitamina D, el selenio y la fibra son nutrientes esenciales para la protección contra el cáncer de mama. La vitamina D se obtiene a través de la exposición solar y alimentos como leche entera y huevos, mientras que el selenio se encuentra en nueces de Brasil y pescados. La fibra de origen vegetal también está asociada con un menor riesgo de cáncer de mama, especialmente en mujeres premenopáusicas.
El consumo de frutas, vegetales y pescados grasos como el salmón, que son ricos en ácidos grasos omega-3, se ha relacionado con una disminución del riesgo de cáncer de mama. La dieta mediterránea, caracterizada por el consumo de frutas, verduras, cereales integrales, pescado y aceite de oliva, ha demostrado ser un modelo alimentario protector contra este tipo de cáncer. Este patrón dietético tiene la capacidad de reducir la inflamación en el cuerpo y disminuir los niveles de proteína C reactiva, un marcador de inflamación vinculado al desarrollo de tumores.
La actividad física es reconocida como una herramienta efectiva para reducir el riesgo de cáncer de mama, especialmente en mujeres postmenopáusicas. La regulación de las hormonas sexuales, la disminución de la grasa corporal y la mejora de la sensibilidad a la insulina son algunos de los procesos fisiológicos involucrados en este efecto protector. Además, la actividad física influye en la reducción de la inflamación, el estrés oxidativo y mejora la respuesta inmunológica. Se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física de intensidad moderada y dos sesiones de ejercicio de fuerza a la semana para obtener beneficios en la prevención del cáncer de mama.
La Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo ofrece consejos educativos sobre la importancia de adoptar hábitos saludables y practicar actividad física para reducir el riesgo de cáncer de mama. Es fundamental mejorar los hábitos alimentarios y aumentar la actividad física de forma progresiva para obtener beneficios significativos en la prevención de esta enfermedad. Se recomienda seguir una dieta rica en nutrientes esenciales como la vitamina D, el selenio y la fibra, así como incorporar alimentos como frutas, vegetales y pescados grasos en la alimentación diaria. Además, la dieta mediterránea se ha demostrado como un modelo alimentario protector contra el cáncer de mama.