En las primeras décadas del siglo, los mandatarios bolivarianos de América Latina se han adentrado en la leyenda negra antiespañola que cuestiona la empresa colonizadora que dio origen a las naciones mestizas de la región. Ejemplo de esto es la negativa de Claudia Sheinbaum, la primera mujer electa presidente de México, de invitar al Rey Felipe VI a su asunción, lo que llevó al gobierno español a anunciar que no estaría presente en la ceremonia.
Sheinbaum argumentó que el Rey no respondió a una carta del presidente Andrés Manuel López Obrador en la que se proponía un diálogo bilateral para hacer una ceremonia de reconocimiento de los agravios causados durante la historia común de ambos países. Esta negativa de Felipe VI fue considerada como una ofensa diplomática por parte de Sheinbaum, lo que llevó a una serie de reclamaciones y confrontaciones entre ambos gobiernos.
La obsesión de AMLO con temas antiespañoles podría estar influenciada por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, cuya tesis de maestría abordaba la interpretación de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Los líderes progresistas de la región han abrazado el indigenismo y la leyenda negra antiespañola como parte de una política repetida en varios países, a pesar de que la unidad cultural de Hispanoamérica se debe a España.
Por otro lado, la responsabilidad actual de los mandatarios progresistas de la región en cuanto a mejorar la situación de las comunidades indígenas es cuestionada, ya que se enfocan en culpar a figuras históricas como Colón en lugar de implementar medidas concretas para favorecer el desarrollo de estas comunidades. La falta de reconocimiento de la influencia española en la historia de América Latina podría estar perjudicando la identidad y el arraigo de los habitantes de la región con su propia historia.
La polémica en torno a la figura de Cristóbal Colón se ha replicado en varios países, con actos de vandalización de estatuas y un fuerte rechazo hacia la figura del descubridor por parte de líderes políticos. Esta tendencia antiespañola se ha manifestado en acciones simbólicas como el cambio del Día de la Raza por el Día de la Resistencia Indígena en algunos países de la región, lo que refleja una corriente ideológica que busca deslegitimar el legado español en América Latina.
La confrontación entre la izquierda española y los gobiernos latinoamericanos por cuestiones históricas ha generado tensiones diplomáticas y discusiones en torno a la verdadera influencia de España en el continente. La falta de reconocimiento de la labor civilizatoria de la Corona española en la región y la exaltación de culturas precolombinas cuestionan la construcción de la identidad latinoamericana y generan divisiones en la sociedad. Estas posturas antiespañolas e indigenistas, lejos de solucionar problemas actuales, podrían contribuir a la fragmentación y el deterioro de la integridad de los países de la región.