Manuel Rocha fue condenado a 15 años de cárcel por actuar como agente ilegal de un gobierno extranjero, fraude de pasaporte y otros delitos, tras descubrirse su colaboración con el régimen comunista de Cuba durante más de cuatro décadas. Nacido en Colombia y criado en Nueva York, Rocha forjó una carrera diplomática que lo llevó a ocupar cargos destacados en el Departamento de Estado de EEUU, hasta su retiro como embajador en Bolivia en 2002. La investigación reveló que Rocha comenzó su relación con la inteligencia cubana en Chile en 1973, siendo reclutado durante la Guerra Fría.
Durante su servicio en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana entre 1995 y 1997, Rocha se refirió al derribo de aviones operados por Hermanos al Rescate como una provocación innecesaria. Posteriormente, como embajador en Buenos Aires y La Paz, su intervención en las elecciones presidenciales en Bolivia en 2002, conocida como "El Rochazo", contribuyó al fortalecimiento de la candidatura de Evo Morales. Sus colegas sugieren que si en aquel momento trabajaba para Cuba, su acto podría ser considerado criminal.
Tras su retiro como diplomático, Rocha se asoció con Timothy Ashby para adquirir propiedades confiscadas por la revolución cubana en Cuba. La operación, que implicaba burlar a los cubanos exiliados que reclamaban la devolución de sus bienes expropiados, fue criticada por su baja oferta. Rocha también ocupó cargos en empresas como XCoal, Clover Leaf Capital, Foley & Lardner y Llorente & Cuenca, así como presidente de una mina de oro en la República Dominicana. Sin embargo, sus intentos de transferir reclamaciones certificadas en Cuba nunca obtuvieron autorización.
El final de la carrera de Rocha como ciudadano modelo comenzó con un mensaje de WhatsApp en noviembre de 2022, que lo llevó a ser grabado por la inteligencia norteamericana en una reunión con un presunto representante de la DGI. Durante el encuentro, Rocha reveló detalles sobre su colaboración con Cuba durante casi 40 años, demostrando orgullo por su tarea a favor de la Revolución y en contra de los intereses de Estados Unidos. Los agentes llamaron a su puerta dos días antes de una reunión pactada, lo que marcó el inicio de su caída.
Las revelaciones sobre la colaboración de Rocha con la inteligencia cubana plantean interrogantes sobre su lealtad y las implicaciones para la seguridad nacional de Estados Unidos. Antiguos colegas como Otto Reich se mostraron impactados por la detención por traición de quien fuera su compañero de trabajo. Las acciones de Rocha durante su carrera diplomática en Cuba y su posterior incursión en el sector privado sugieren un doble juego que pone en entredicho su lealtad a su país de origen y su compromiso con la diplomacia internacional.
La condena de 15 años de cárcel impuesta a Rocha refleja la gravedad de sus acciones como agente ilegal de un gobierno extranjero y su colaboración con la inteligencia cubana durante décadas. Su orgullo por su labor a favor de Cuba y en contra de los intereses de Estados Unidos, así como sus intentos de burlar reclamaciones certificadas en la Isla, revelan una trayectoria marcada por la deslealtad y el doble juego. La investigación continúa arrojando luz sobre las motivaciones e implicaciones de las acciones de Rocha, cuyas repercusiones podrían extenderse más allá de su condena.