El Papa Francisco habló en una audiencia con la comunidad académica del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia en la Ciudad del Vaticano. En su discurso, recordó que la Iglesia debe acoger a todas las personas, incluyendo a parejas que conviven y a divorciados. Resaltó la importancia del acompañamiento pastoral para aquellos que posponen su compromiso conyugal y para los divorciados vueltos a casar, reconociendo que todos son bautizados, hermanos y hermanas en la fe.
El Papa enfatizó que la Iglesia promueve la familia, fundada en el matrimonio, contribuyendo a fortalecer el vínculo conyugal a través del amor que es más grande que todo: la caridad. Señaló que la fuerza de la familia radica en su capacidad de amar y enseñar a amar, y que incluso las familias heridas pueden crecer a través del amor. También destacó la importancia de respetar la dignidad y la libertad de todas las personas, denunciando las limitaciones e imposiciones que a menudo pesan especialmente sobre las mujeres en algunos países.
El Papa Francisco se refirió a la presencia del Espíritu Santo en todas las personas, derramando dones y carismas para el bien de todos, y señalando que su presencia en la Iglesia testimonia su deseo de perseverar en la fe a pesar de las heridas y experiencias dolorosas. En este sentido, indicó que la Iglesia debe acoger a todos sin excluir a nadie, demostrando así la universalidad y la misericordia de la fe cristiana. Destacó la importancia del amor y la solidaridad en la vida familiar, instando a que se promueva el amor y la unión en todos los hogares.
El Papa denunció las injusticias y violaciones a la dignidad y la libertad de las personas en algunos países, especialmente aquellas que afectan a las mujeres y las fuerzan a posiciones de subordinación. Hizo un llamado a respetar los derechos inalienables de todas las personas como hijos de Dios, recordando que la igualdad y la dignidad humana deben ser valores fundamentales en todas las sociedades. Destacó la responsabilidad de la Iglesia y de todos los creyentes en promover la justicia, la igualdad y el respeto a la dignidad humana en todas las instancias.
En su discurso, el Papa Francisco recordó la importancia de la familia en la sociedad y en la Iglesia, resaltando su papel como lugar de amor, perdón y crecimiento espiritual. Subrayó que la familia, a pesar de sus imperfecciones y desafíos, puede ser un espacio de encuentro con Dios y de apoyo mutuo. Hizo un llamado a fortalecer los lazos familiares a través del amor y la comprensión, promoviendo así la unidad y el bienestar de todos sus miembros. Finalmente, instó a la comunidad académica a seguir trabajando en la promoción de la familia y la defensa de sus valores en la sociedad actual.