En Olimpia, la llama de los Juegos Olímpicos cobró vida frente a las ruinas del templo de Hera con 2.600 años de antigüedad, marcando así el inicio del camino hacia los Juegos que se llevarán a cabo en París del 26 de julio al 11 de agosto. A pesar de las condiciones meteorológicas adversas, la llama fue encendida con una reserva conservada desde el ensayo general del día anterior, en lugar de con los rayos del sol como manda la tradición. Centenares de personas y decenas de periodistas de todo el mundo presenciaron el evento.
La ceremonia en las ruinas de Olimpia fue presidida por la presidenta de la República, Katerina Sakellaropoulou, junto a la ministra francesa de Deportes y de los Juegos Olímpicos, Amélie Oudéa-Castéra, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Tras una coreografía inspirada en la antigua Grecia, el atleta olímpico griego Stefanos Duskos recibió la antorcha y el ramo de olivo que viajarán por Grecia en los próximos días. La nadadora francesa Laure Manaudou, ganadora de un título olímpico en Atenas 2004, fue la primera relevista francesa.
La ceremonia de entrega al Comité Organizador de París 2024 se llevará a cabo en el Estadio Panathinaikó el 26 de abril. Tras la entrega, la llama viajará en la goleta "Belem" hacia Marsella, en el sur de Francia, donde llegará el 8 de mayo. El presidente del COI, Thomas Bach, enfatizó el mensaje de "esperanza" que transmite la llama olímpica, símbolo de paz en la antigüedad, en un contexto internacional marcado por conflictos en Ucrania y Oriente Próximo.
El viaje de la llama olímpica y su entrega a la ciudad anfitriona es uno de los actos simbólicos más importantes de los Juegos Olímpicos griegos. Desde Olimpia, donde se enciende la llama, hasta su recorrido por Grecia y su llegada a la ciudad sede, la llama olímpica representa la conexión entre la historia y la actualidad de los Juegos. Este ritual se ha mantenido a lo largo de los años como una tradición que une a los pueblos y promueve la paz a través del deporte y la competencia amistosa.
La llama olímpica, al ser encendida en Olimpia, adquiere un significado especial como símbolo de la paz y la fraternidad entre los pueblos. La relevancia histórica de este ritual se hace evidente en un momento en que el mundo se enfrenta a desafíos y conflictos internacionales. A través de la llama olímpica, se busca transmitir un mensaje de esperanza y unidad, recordando los valores fundamentales de los Juegos Olímpicos que trascienden las fronteras y las diferencias culturales.
El recorrido de la llama olímpica por Grecia y su entrega a París como ciudad anfitriona son momentos cargados de simbolismo y significado. El viaje de la llama representa la continuidad de una tradición milenaria que une a los pueblos a través del deporte y la competencia atlética. A medida que la llama se enciende y se encamina hacia su destino final, se renueva el espíritu olímpico de paz, amistad y hermandad, recordando a todos la importancia de la unidad en un mundo marcado por la diversidad y los desafíos del presente.