América Latina está enfrentando una crisis energética sin precedentes, con apagones prolongados, sequías históricas y redes eléctricas al borde del colapso en varios países de la región. En Ecuador, se están realizando apagones programados de hasta diez horas diarias debido a la dependencia de las centrales hidroeléctricas, que constituyen el 72 % de la matriz energética nacional. La falta de suministro desde Colombia ha agravado la situación. En Cuba, la crisis energética es la peor en años, con déficits de hasta el 50 % y apagones de hasta veinte horas diarias debido a la obsolescencia de la infraestructura.
En Brasil, la peor sequía en 74 años ha reducido significativamente el nivel de los embalses de las hidroeléctricas, lo que ha llevado al Gobierno a activar plantas térmicas alimentadas con gas y diésel. En México, la dependencia energética de Estados Unidos ha sido motivo de críticas, ya que el país sufrió apagones significativos en mayo debido a una ola de calor que incrementó la demanda energética y afectó a 18 estados. En Venezuela, las fallas diarias en el suministro eléctrico se atribuyen a la mala gestión y la falta de mantenimiento, a pesar de ser un país clave para la estabilidad energética global por sus reservas de crudo y gas.
En Colombia, el nivel de los embalses se encuentra 16 puntos por debajo de la media, lo que ha llevado al Gobierno a activar la generación térmica y poner en marcha un plan de medidas anti crisis. En Bolivia, la falta de gas para exportar a Argentina ha motivado inversiones en exploración y explotación en la región de Santa Cruz con el objetivo de duplicar la capacidad de generación eléctrica para 2033. En Chile, la resiliencia frente a la crisis energética se debe a la capacidad instalada de energía solar y eólica, pero enfrenta desafíos por la dependencia del gas natural argentino.
En Honduras, los altos costos de la energía eléctrica y la falta de infraestructura adecuada afectan a miles de hogares, con cortes de suministro intermitentes que se intensifican en las zonas más vulnerables. En Perú, los problemas de suministro energético afectan principalmente a las zonas rurales, limitando el acceso a servicios básicos. En Uruguay, a pesar de tener una matriz energética predominantemente renovable, enfrenta dificultades por el aumento en los precios de importación de electricidad desde Brasil durante los períodos de sequía. En Puerto Rico, la recuperación de la infraestructura eléctrica tras los huracanes y los apagones frecuentes debido a una red envejecida son algunos de los retos que enfrenta el país.