En 2002, Darren J. Morgenstern fundó Ashley Madison, un portal destinado a personas casadas que buscaban aventuras fuera de su matrimonio. A través de este sitio web, los usuarios podían subir información personal, fotos y preferencias sexuales para conectarse con posibles amantes en su área. Con una estrategia de negocio que permitía a las mujeres chatear de forma gratuita, mientras que los hombres debían comprar créditos, Ashley Madison pronto se convirtió en un éxito en varios países gracias a la llegada de Noel Biderman como CEO en 2007. Biderman se destacó por su agresiva estrategia de marketing, llegando a afirmar que la infidelidad podía tener efectos positivos en las relaciones de pareja.
Sin embargo, en 2015, Ashley Madison sufrió un hackeo por parte de un grupo conocido como The Impact Team, que logró extraer casi toda la información de los servidores de la compañía. Amenazaron con publicar los datos personales de los usuarios en la dark web si la empresa no cerraba sus operaciones. La información se filtró rápidamente a páginas accesibles al público, lo que desencadenó una caza de brujas en la que millones de personas buscaban y señalaban a presuntos infieles, incluidos famosos, políticos y líderes religiosos. Ashley Madison tuvo que hacer frente a múltiples demandas por fraude y daños, llegando a pagar un total de US$11 millones a los afectados.
A pesar del escándalo, Ashley Madison no desapareció. Cambió de propietarios y continuó operando como la principal aplicación de citas para personas casadas en varios países, asegurando tener más de 80 millones de usuarios en la actualidad. A pesar de ello, aún persiste el misterio en torno a los responsables del hackeo que reveló los secretos de millones de parejas en todo el mundo. La promoción de Ashley Madison como un lugar para encontrar la pasión que falta en las relaciones matrimoniales sigue vigente, a pesar de las devastadoras consecuencias que tuvo el hackeo en la vida de muchas personas, desde matrimonios rotos hasta suicidios.
La historia de Ashley Madison pone de manifiesto la vulnerabilidad de los datos personales en internet y la importancia de proteger la privacidad de los usuarios en plataformas en línea. A pesar de las promesas de discreción y confidencialidad, el hackeo de Ashley Madison dejó al descubierto las fallas en la seguridad de la empresa y las consecuencias devastadoras que puede tener para sus usuarios. A día de hoy, la plataforma continúa operando con un nuevo enfoque y sigue siendo popular entre aquellas personas que buscan aventuras fuera de sus relaciones matrimoniales, aunque el escándalo de 2015 sigue siendo recordado como un punto oscuro en la historia de la compañía.