La obesidad es definida por la Asociación Americana de Diabetes como una enfermedad crónica compleja que se caracteriza por un exceso de grasa corporal y que puede tener un impacto negativo en la salud. Se asocia con un mayor riesgo de desarrollar diversas enfermedades, incluyendo la diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, hipertensión, apnea del sueño y ciertos tipos de cáncer.
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más común y la segunda causa de muerte por cáncer entre las mujeres de las Américas, según el Informe Cáncer de mama en las Américas realizado por la OPS y la OMS. Cada año se producen en la región más de 462 mil casos nuevos y se registran casi 100 mil muertes por esta enfermedad.
En República Dominicana, el 35% de los tumores malignos diagnosticados son cáncer de mama, y el 70% de las dominicanas detectadas con esta enfermedad comienzan a recibir tratamiento cuando la enfermedad ya está muy avanzada, según datos del Ministerio de Salud.
Varios estudios han demostrado una asociación significativa entre el aumento del índice de masa corporal (IMC) y una mayor incidencia de cáncer de mama. Las mujeres con cáncer de mama y obesidad en etapa posmenopáusica tienen un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas, específicamente por cáncer de mama, en comparación con aquellas sin obesidad.
El exceso de tejido adiposo favorece la producción de estrógenos, genera resistencia a la insulina y promueve la inflamación crónica, lo que contribuye a un ambiente favorable para la aparición y progresión de tumores. Estudios han demostrado que las citocinas inflamatorias y las adipocinas, sustancias liberadas por el tejido graso, pueden acelerar el crecimiento y la invasividad de las células cancerosas.
A pesar de esto, la obesidad es un factor modificable y adoptar un estilo de vida saludable puede reducir significativamente el riesgo de cáncer de mama. La actividad física regular y una alimentación equilibrada, rica en frutas y verduras, son clave para la prevención. Un estudio realizado en Corea del Sur encontró que un mayor consumo de frutas y verduras, especialmente aquellas de color verde, naranja y blanco, está asociado con un menor riesgo de cáncer de mama, especialmente en mujeres con predisposición a esta enfermedad.