En las últimas décadas, ha habido un aumento significativo en los casos de dengue notificados a la Organización Mundial de la Salud, pasando de 505,430 en el año 2000 a 5.2 millones en 2019. En el año 2023, se registró el mayor número de casos de dengue, afectando a más de 80 países de todas las regiones de la OMS. La transmisión persistente del dengue, combinada con un pico inesperado de casos, resultó en un máximo histórico de más de 6.5 millones de casos y más de 7,300 muertes relacionadas con esta enfermedad.
El aumento del riesgo de propagación global del dengue se debe a varios factores, como los cambios en la distribución de los vectores, el fenómeno del Niño en 2023 y el cambio climático, así como la inestabilidad política y financiera en algunos países. En el año 2024, se notificaron 6,587,592 casos de dengue, de los cuales 6,239 fueron graves y 2,637 casos fatales. A falta de un tratamiento antiviral efectivo o una vacuna, las acciones de prevención y control se centran en el control del vector y del ambiente.
El dengue se transmite a través de la picadura de un mosquito infectado y afecta a personas de todas las edades. Los mosquitos hembra depositan huevos en recipientes con agua, los cuales necesitan muy poca agua para sobrevivir y reproducirse. Ante la falta de un antiviral efectivo y una vacuna, la prevención y el control se centran en eliminar los criaderos de mosquitos, en evitar las picaduras y en concienciar a la población sobre cómo prevenir la enfermedad.
Las larvas del mosquito aegypti son muy activas y se alimentan de materia orgánica acumulada en recipientes con agua. Pueden tardar de 5 a 8 días en convertirse en pupas. Para eliminar las larvas, se pueden utilizar larvicidas químicos o biológicos, aunque a veces se deben retirar físicamente debido a la necesidad de agua para el consumo humano. Además, se pueden utilizar peces larvívoros como alternativa para controlar las poblaciones de mosquitos.
El larvicida químico más utilizado en muchos países, incluido el temefos (Abate), actúa de forma rápida y produce una alta mortalidad en larvas jóvenes. Sin embargo, su efectividad es baja en larvas maduras y no afecta a las pupas y adultos. Por lo tanto, su aplicación es óptima en criaderos con larvas jóvenes. Es importante mantener los recipientes con agua cubiertos o bien mantenidos para evitar la reproducción de mosquitos y prevenir la propagación del dengue.
En resumen, el aumento en los casos de dengue notificados a la OMS en las últimas décadas es alarmante, y la falta de tratamiento antiviral o vacuna efectiva hace que la prevención y el control sean fundamentales para combatir la enfermedad. La concienciación de la población, el control de los criaderos de mosquitos y el uso de larvicidas son algunas de las medidas clave para prevenir la transmisión del dengue y reducir su impacto en la salud pública a nivel global.