Las sociólogas mexicanas Patricia Gaytán Sánchez y Martha Elena Pérez Pérez argumentan que el piropo es un acto dominador contra la mujer, ya que es unilateral por parte del hombre y busca gratificación personal, presionando a las mujeres en espacios públicos y culpándolas por las agresiones recibidas. Buscan subordinar a la mujer y convertirla en un objeto de placer.
Por otro lado, Piña refuta esta postura argumentando que el piropo también puede manifestarse de mujer a mujer, de mujer a hombre o incluso de hombre a hombre, aunque esta última situación suele ser considerada acoso debido al machismo imperante en la sociedad. Además, señala que el piropo no requiere un lugar específico como en el caso del acoso callejero.
Rosalía Piña, a través de su proyecto catcallsofdr, brinda orientación sobre cómo identificar si un piropo constituye acoso o no, teniendo en cuenta el contexto, la cultura, el lugar, el consentimiento y los sentimientos que genera. Si el piropo es inesperado, repetitivo, proviene de un superior y causa sentimientos negativos como asco, incomodidad o miedo, puede ser considerado acoso.
Según Plan International, el acoso callejero es una forma de violencia de género normalizada que se manifiesta a través de silbidos, gestos obscenos, roces intencionados y miradas intimidantes. En respuesta a esta problemática, varios países han penalizado el acoso sexual callejero, entre ellos el Reino Unido, España, Chile, Argentina y República Dominicana, que está considerando una ley integral de violencia contra las mujeres que aborde el acoso callejero.
En su tesis, Rosalía Piña propone un guion basado en experiencias de acoso sexual callejero de mujeres jóvenes en Santo Domingo, y su investigación forma parte del libro 'Acoso callejero: Las palabras también son acoso' escrito por Hannah Klümper. Plan International destaca la importancia de promover la seguridad urbana de niñas y adolescentes para combatir el acoso callejero, que es una forma común de violencia de género.
En conclusión, el debate sobre el piropo como forma de acoso callejero continúa entre diferentes expertos y activistas, con posturas que van desde considerarlo una expresión cultural aceptable hasta una forma de violencia de género. La creación de leyes que penalicen el acoso callejero es un paso importante en la lucha contra la violencia de género, teniendo en cuenta la cultura y la realidad social de cada país.