El sentimiento de culpa por la riqueza noruega es una tendencia creciente, según la profesora Elisabeth Oxfeldt, quien señala que la narrativa de la culpabilidad está en aumento en un mundo donde las personas ricas contrastan sus vidas cómodas con las dificultades de otros. Noruega, gracias a sus importantes reservas de petróleo, es uno de los países más ricos del mundo, con un superávit en su presupuesto nacional. Esta riqueza ha llevado a explorar sentimientos de culpa en la literatura, películas y series de televisión, incluso acuñando términos como "Scan Guilt".
La influencia de la riqueza noruega se refleja en las historias de dramas recientes, donde se destacan las disparidades socioeconómicas, como la dependencia de servicios de trabajadores inmigrantes por parte de la clase alta noruega. El gobierno noruego ha sido criticado por prácticas éticas cuestionables, como el uso de aceite de pescado africano para alimentar granjas de salmón en Noruega, lo que ha aumentado la sensación de culpa en la sociedad noruega. Sin embargo, Noruega también ha expresado su compromiso con la sostenibilidad y una transición hacia una economía verde.
La dependencia de los ingresos petroleros ha sido tanto una bendición como una maldición para Noruega. Aunque el país ha logrado altos estándares de vida y bienestar gracias a la riqueza del petróleo, también enfrenta críticas por su excesiva dependencia de esta industria, lo que ha llevado a un sector público inflado, problemas de escasez de mano de obra y críticas de activistas climáticos. A pesar de esto, Noruega ha mantenido su posición como uno de los países más felices del mundo.
La riqueza petrolera de Noruega ha sido administrada de manera eficiente a través de fondos de inversión internacionales, lo que ha contribuido en gran medida a la economía del país. Sin embargo, la reciente crisis en Ucrania ha generado críticas sobre la ética de los beneficios generados por la exportación de petróleo de Noruega. El gobierno noruego ha defendido su papel como donante en la crisis y su compromiso con la ayuda humanitaria, pero algunos críticos consideran que las donaciones son insuficientes en comparación con los beneficios obtenidos de la exportación de petróleo en medio del conflicto.
A pesar de las críticas y controversias que rodean a la industria petrolera noruega, el país se enfrenta a la necesidad de diversificar su economía y apostar por sectores más sostenibles, como la energía solar, eólica y la acuicultura. A medida que Noruega avanza hacia una economía verde, deberá abordar las preocupaciones éticas y ambientales relacionadas con su dependencia histórica del petróleo. Aunque no todos los noruegos comparten el sentimiento de culpa por la riqueza del país, la discusión sobre la ética de la riqueza y las prácticas comerciales sigue siendo relevante en la sociedad noruega.