El Ensanche Luperón es un lugar que recibe su nombre por el estatus que transmite, siendo percibido como un área habitada por personas de clase media con acceso a necesidades básicas como educación, salud, vivienda digna y espacios recreativos. A pesar de que en las afueras del Ensanche Luperón se puede observar un urbanismo planificado con calles asfaltadas y casas espaciosas, la realidad para los 14 mil habitantes de la zona es diferente. En la periferia, se concentran focos de pobreza extrema, con condiciones de hacinamiento y usurpación de espacios públicos.
Dentro de la zona de pobreza extrema del Ensanche Luperón se encuentran los suburbios de "La 40″, "María Bicicleta" o "Altos de las Flores", "El Pulguero", "Rincón Bellaco", "La Cuchilla" o "Nueva Venecia", y "Villa Colores". Estos sectores presentan un promedio de 400 casas con infraestructuras frágiles y en total abandono, donde viven alrededor de mil personas. Uno de los problemas más graves que enfrentan los residentes es el deterioro de la infraestructura que solía albergar el Centro Antirrábico Nacional, ahora convertido en un refugio para delincuentes.
Los moradores de la zona denuncian problemas como el bloqueo de los filtrantes durante las lluvias, provocando inundaciones y acumulación de basura alrededor de las casas. Además, los comerciantes chinos en la zona oeste del sector invaden los espacios públicos, generando contaminación y obstaculizando la entrada a las viviendas. Ante esta situación, la Unión de las juntas de vecinos del Ensanche Luperón exige un proyecto de restauración de las tuberías de drenaje, así como un régimen de consecuencias para los comerciantes que invaden los espacios públicos.
La falta de responsabilidad institucional ante la situación de deterioro en el Ensanche Luperón representa un peligro de contaminación y seguridad para sus habitantes. Entre las demandas de la red de comunitarios del sector se encuentra la necesidad de un drenaje pluvial adecuado a las necesidades del área, medidas contra los comerciantes que invaden espacios públicos y un operativo de limpieza y ordenamiento territorial en las zonas más vulnerables. En resumen, a pesar de su nombre que sugiere un estatus de clase media, el Ensanche Luperón enfrenta graves problemas de pobreza, hacinamiento, contaminación y falta de infraestructura, que requieren atención urgente por parte de las autoridades.