El papa Francisco criticó el uso de la fe para aprovecharse de la gente y animó a los fieles a escandalizarse ante las miserias del mundo en la misa que presidió en Trieste, Italia. En su homilía, defendió la idea de una fe inquieta que pone el dedo en las llagas de la sociedad y denuncia el mal y la injusticia. Criticó a aquellos que utilizan la fe para su beneficio personal y denunció la anestesia de la sociedad contemporánea causada por el consumismo.
Francisco instó a los fieles a no ignorar la realidad, especialmente las áreas más oscuras de la vida y las ciudades, donde Dios se manifiesta en los rostros afligidos y desfavorecidos. Citó al poeta de Trieste, Umberto Saba, para ilustrar su punto, describiendo la vida en el puerto de la ciudad hace un siglo habitado por diversas personas. Señaló que la infinitud de Dios se encuentra en la miseria humana y en los marginados.
El papa criticó la apatía e indiferencia de las personas ante las injusticias del mundo, preguntando por qué no se preocupan por la situación de los presos, por las miserias y el sufrimiento de tantos en las ciudades. Alegó que el miedo a encontrar a Cristo impide que la gente actúe. Desde Trieste, llamó a alimentar el sueño de una nueva civilización basada en la paz y la fraternidad, instando a indignarse ante la brutalidad y la violencia en la vida.
Francisco visitó Trieste para clausurar la 50ª Semana Social de los Católicos de Italia y hablar sobre el estado de la democracia. Antes de oficiar misa, tuvo un breve encuentro con una mujer de 111 años. El Papa destacó su preocupación por las injusticias y el sufrimiento en el mundo, desafiando a los fieles a involucrarse y no quedarse indiferentes. Su mensaje hizo hincapié en la importancia de enfrentar los problemas y trabajar por una sociedad más justa y fraterna.