En medio de la tragedia, los equipos de rescate y ayuda humanitaria se movilizaron rápidamente para brindar apoyo a las comunidades afectadas. La Agencia Estatal de Protección Civil trabajó en coordinación con el gobierno local y regional, así como con organizaciones de la sociedad civil y voluntarios para llevar ayuda a las personas atrapadas en sus hogares por las inundaciones. Se estableció un centro de comando de operaciones para coordinar las acciones de rescate y asistencia a los damnificados, mientras se desplegaron equipos de rescate en botes y helicópteros para evacuar a las personas en riesgo.
A medida que las aguas comenzaron a retroceder, se iniciaron las labores de limpieza y reconstrucción en las áreas afectadas por las inundaciones. Los esfuerzos se centraron en restablecer los servicios básicos, como la electricidad, agua potable y comunicaciones, así como en evaluar los daños en viviendas, comercios y vías de acceso para iniciar la reconstrucción de las infraestructuras dañadas. Se implementaron medidas de apoyo psicológico y de salud mental para atender a las personas traumatizadas por la tragedia y se habilitaron albergues temporales para aquellos que perdieron sus hogares.
En medio de la crisis, las autoridades locales y regionales se vieron desbordadas por la magnitud de la tragedia y la urgencia de la situación. Se declaró el estado de emergencia en varias ciudades y regiones afectadas, lo que permitió movilizar recursos adicionales y coordinar la respuesta a la emergencia de manera más eficiente. Se establecieron puestos de atención médica y distribución de alimentos y artículos de primera necesidad en las zonas más afectadas, así como se desplegaron equipos de emergencia y rescate para atender a las personas atrapadas en áreas inundadas o incomunicadas.
La solidaridad y la ayuda humanitaria nacional e internacional se hicieron presentes en medio de la tragedia, con numerosas organizaciones y países ofreciendo su apoyo y cooperación para hacer frente a la crisis. Se establecieron campañas de solidaridad y recaudación de fondos para ayudar a las personas afectadas por las inundaciones, así como se enviaron equipos de rescate, medicamentos, alimentos y otros suministros de emergencia a las zonas damnificadas. La comunidad internacional se solidarizó con las víctimas de la catástrofe y se comprometió a brindar apoyo en la fase de reconstrucción y recuperación.
A medida que se van evaluando los daños y se van restableciendo los servicios básicos en las zonas afectadas, las autoridades y la sociedad en su conjunto han comenzado a reflexionar sobre las causas y las lecciones aprendidas de esta tragedia. Se señaló la necesidad de fortalecer las medidas de prevención y preparación ante desastres naturales, así como de mejorar la infraestructura de alerta temprana y de gestión del riesgo para reducir al mínimo el impacto de futuras inundaciones. Se destacó la importancia de la colaboración entre los diversos actores involucrados en la gestión de desastres, así como de la solidaridad y la cooperación internacional para hacer frente a situaciones de emergencia de esta magnitud.
En medio del dolor y la devastación causados por las inundaciones en Río Grande do Sul, la solidaridad, la unidad y la resiliencia de las comunidades afectadas han sido puestas a prueba. Sin embargo, la tragedia también ha sacado a relucir lo mejor de la sociedad brasileña, con numerosas muestras de solidaridad, apoyo mutuo y colaboración para superar juntos esta difícil situación. A medida que se avanza en la reconstrucción y la recuperación, queda la esperanza de que las lecciones aprendidas de esta tragedia sirvan para fortalecer la capacidad de respuesta y la preparación ante futuros desastres naturales, y para promover una cultura de prevención y solidaridad en todo el país.