Michaela Mabinty DePrince fue reconocida como una figura pionera en la escena internacional del ballet. Su muerte a los 29 años fue anunciada por un portavoz en su página de Instagram el viernes. Su familia la describió como una "inspiración inolvidable para todos los que la conocieron o escucharon su historia". DePrince pasó de ser una huérfana en Sierra Leona, un país devastado por la guerra en África Occidental, a recibir numerosos elogios y reconocimientos en el mundo del ballet.
A pesar de que la causa de su muerte no ha sido revelada, su familia señaló que fue "repentina". Se menciona que Michaela dejó una huella en muchas vidas alrededor del mundo. Los homenajes y muestras de cariño se multiplican tanto dentro como fuera de la comunidad del ballet. Incluso la bailarina estadounidense Misty Copeland recordó la determinación de DePrince a pesar de haber sido desestimada por ser una bailarina negra en un mundo que parecía no estar listo para recibir a artistas de color.
Nacida en Kenema, Sierra Leona, en 1995, DePrince fue llevada a un orfanato a los tres años después de que sus padres murieron durante la guerra civil. En una entrevista en 2012 con la BBC, mencionó que en el orfanato la llamaban por un número, en su caso el 27, debido a que sufría vitíligo. Las mujeres que dirigían la institución creían que era una niña del diablo por tener esta condición. Sin embargo, fue adoptada por una pareja estadounidense a los cuatro años y se mudó a Nueva Jersey.
La madre adoptiva de Michaela, Elaine, notó su interés por el ballet y la inscribió en clases. La joven recordaba vívidamente el impacto que tuvo en ella una imagen de una bailarina con un tutú rosa en una revista durante su infancia. Tras ser adoptada, vio el Cascanueces en un video con su madre adoptiva. DePrince se convirtió en una de las bailarinas más jóvenes en ser principal en Dance Theatre of Harlem y protagonizó el programa de televisión Dancing with the Stars a los 17 años.
La fama de Michaela creció significativamente después de graduarse de la escuela secundaria y se convirtió en una defensora de la inclusión de bailarines negros en el ballet. Actuó en el video musical Lemonade de Beyoncé y se unió al prestigioso Boston Ballet como segunda solista en 2021. Durante su carrera, DePrince también se destacó como activista humanitaria, abogando por los niños afectados por conflictos y violencia. Su portavoz destacó que su arte tocó innumerables corazones y su espíritu inspiró a muchos, dejando una marca en el mundo del ballet y más allá.
La vida de Michaela estuvo marcada por la gracia, el propósito y la fuerza. Su compromiso con su arte, sus esfuerzos humanitarios y su valentía para superar desafíos la convirtieron en un faro de esperanza para muchos. A pesar de los obstáculos, demostró que la belleza y la grandeza pueden surgir de los lugares más oscuros. A lo largo de su trayectoria, DePrince demostró que es posible alcanzar el éxito y la excelencia sin importar el origen o los obstáculos en el camino. Su legado seguirá inspirando a generaciones futuras en el mundo del ballet y más allá.