Mark Coeckelbergh, profesor de la Universidad de Viena, ha publicado recientemente un libro titulado "Why AI Undermines Democracy" ("Por qué la IA socava la democracia"). En él advierte sobre la necesidad de regular la Inteligencia Artificial (IA) antes de que sea demasiado tarde, ya que puede afectar negativamente a la democracia. En un año con elecciones importantes a nivel global, como las de India, el Parlamento Europeo y Estados Unidos, es urgente regular la IA para evitar posibles manipulaciones en el sistema de representación.
La tecnología tiene un gran poder de influencia en las elecciones, como se vio en el escándalo de Cambridge Analytica durante las elecciones estadounidenses de 2016 en las que resultó vencedor Donald Trump. Coeckelbergh destaca el peligro de manipulación, ya que ahora se pueden realizar perfiles individuales para manipular votos de manera específica. Por tanto, la educación y la regulación son fundamentales para hacer frente a este problema. Aunque la Unión Europea ha legislado sobre el derecho a la privacidad y el uso de la IA, considera que estas normas todavía son insuficientes.
La IA puede ser utilizada para fortalecer la vigilancia de los ciudadanos y manipular su comportamiento, lo que representa un desafío para la democracia. Este riesgo va en dos direcciones: puede beneficiar a regímenes autoritarios que buscan socavar la democracia, así como a fuerzas populistas y extremistas que desean acabar desde dentro con el Estado de derecho. Coeckelbergh advierte que el populismo puede utilizar estos métodos para obtener más votos y luego tomar medidas antidemocráticas, señalando que la desinformación puede llevar al totalitarismo.
El filósofo belga destaca la importancia de regular la IA y evitar su utilización para fines antidemocráticos. Es fundamental proteger la democracia de las posibles manipulaciones y desafíos que pueda presentar la tecnología. Coeckelbergh subraya la necesidad de educar a la población sobre los riesgos asociados a la IA y de establecer normativas adecuadas para su uso ético y responsable. Aunque la UE ha dado pasos en este sentido, aún queda trabajo por hacer para garantizar la protección de la democracia frente a la influencia de la Inteligencia Artificial.