Gilma se convirtió en el segundo huracán de la temporada en el Pacífico oriental y se espera que se mantenga lejos de la tierra. La tormenta de categoría 1 se encontraba aproximadamente a 1.504 kilómetros al oeste-suroeste del extremo sur de la península mexicana de Baja California, sin que hubiera avisos preventivos para las zonas costeras. Gilma había alcanzado la categoría de tormenta tropical el domingo y se desplazaba hacia el oeste a 16 kilómetros por hora. Se esperaba que se moviera ligeramente más despacio en los próximos días, con rumbo entre oeste y oeste-noroeste, y seguiría ganando fuerza.
Los vientos máximos sostenidos de Gilma eran de aproximadamente 120 km/h, con ráfagas más fuertes. Los vientos con fuerza de huracán se extendían hasta 40 km desde el centro, mientras que los vientos con fuerza de tormenta tropical alcanzaban los 225 km. A pesar de su intensidad, no se preveían impactos significativos en la costa debido a la posición actual del huracán en el Pacífico oriental. No obstante, se recomendaba mantenerse informado sobre la evolución de Gilma en caso de que se produjeran cambios en su trayectoria.
El Centro Nacional de Huracanes en Miami monitoreaba de cerca el avance de Gilma y proporcionaba actualizaciones regulares sobre su intensidad y trayectoria. Se esperaba que el huracán se mantuviera alejado de las zonas habitadas y que no representara una amenaza inmediata para la población. A pesar de ello, se recomendaba a los residentes de las zonas costeras mantenerse alerta y seguir las indicaciones de las autoridades en caso de que la situación cambiara.
La temporada de huracanes en el Pacífico oriental suele ser activa durante los meses de verano y otoño, con la formación de varios sistemas tropicales a lo largo de la costa mexicana. Gilma era el segundo huracán de la temporada en la región, lo que resaltaba la importancia de estar preparados y tomar las precauciones necesarias para hacer frente a fenómenos meteorológicos adversos. A medida que Gilma se alejaba de tierra, se esperaba que perdiera intensidad y se disipara en alta mar sin causar daños significativos.
Las autoridades mexicanas continuaban monitoreando de cerca la evolución de Gilma y coordinando acciones de prevención en caso de que se presentaran impactos en la costa. Se recomendaba a la población mantenerse informada a través de los canales oficiales y seguir las recomendaciones de las autoridades locales. A pesar de no representar una amenaza inmediata, se instaba a la población a mantener la calma y estar preparados en caso de que las condiciones meteorológicas cambiaran repentinamente. Gilma seguía su trayectoria en el Pacífico oriental sin generar alarma en la población.