Hizbulá, el grupo chií libanés, respondió al asesinato de su máximo comandante, Fuad Shukr, con cientos de cohetes y drones contra una base de la inteligencia militar cerca de Tel Aviv. Esta venganza incluyó el lanzamiento de 340 proyectiles contra once instalaciones militares diferentes para confundir a las defensas antiaéreas y permitir que los drones llegaran al objetivo principal de la operación: la base de la inteligencia militar israelí en Gilot. Los aviones no tripulados impactaron en la base del principal departamento de inteligencia militar israelí, Aman, y la Unidad 8,200, según afirmó el líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, en un discurso televisado.
Hizbulá controló su respuesta para asegurarse de que los objetivos no fueran civiles ni infraestructuras pertenecientes al enemigo, sino que estuvieran relacionados directamente con la operación de asesinato contra Shukr. La formación libanesa explicó que evaluará los efectos de su respuesta y considerará la operación como finalizada si el resultado es satisfactorio y se logra el objetivo previsto. Esto ayudaría a evitar una escalada de ataques cruzados que pudiera derivar en una guerra abierta entre las partes. La respuesta de Hizbulá llegó después de una operación intensa de Israel en el sur del Líbano, que había matado a 7 combatientes del grupo con bombardeos selectivos y ataques aéreos en un solo día.
Israel había anticipado la respuesta de Hizbulá después de casi un mes de retrasos y intensificó su campaña contra el grupo en el sur del Líbano. Antes de la respuesta del grupo chií, más de un centenar de cazas israelíes habían bombardeado varios puntos en el sur del Líbano. Esto creó un ambiente tenso en la región, ya que ambas partes estaban involucradas en una escalada de ataques que podrían desencadenar una guerra abierta. El líder de Hizbulá afirmó que la operación de respuesta se consideraría finalizada si se cumplían los objetivos previstos, lo que esperaba calmar los temores de una espiral de violencia.
La operación de Hizbulá fue una prometida respuesta al asesinato de su máximo comandante militar, quien fue alcanzado por un bombardeo israelí en los suburbios meridionales de Beirut. Esta respuesta incluyó el lanzamiento de cohetes y drones contra objetivos militares israelíes para vengar la muerte de Shukr. Hizbulá controló cuidadosamente sus acciones para evitar provocar una escalada de violencia en la región, ya que el objetivo era responder al asesinato de forma específica y limitada. La situación entre Hizbulá e Israel sigue siendo tensa, con ambas partes involucradas en ataques selectivos y bombardeos en la región.