La reconocida fotógrafa y cineasta venezolana Margot Benacerraf falleció a la edad de 97 años, dejando un legado importante en la industria del cine. Nacida en Caracas en 1926, Benacerraf destacó por sus obras como "Reverón", un cortometraje documental sobre el pintor venezolano Armando Reverón, y su película más aclamada internacionalmente, "Araya", que ganó el premio de la crítica en el Festival de Cannes en 1959. A pesar de su éxito, Benacerraf no quedó satisfecha con el montaje final de "Araya", lo que marcó el comienzo del fin de su carrera.
La decepción y las dificultades que enfrentó en el mundo del cine, incluyendo la pérdida de la copia original de su película, llevaron a Benacerraf a recluirse del mundo público y centrarse en promover el cine venezolano y latinoamericano. En 1966, fue una de las fundadoras de la Cinemateca Nacional en Venezuela y creó Fundavisual Latina, una fundación dedicada a promover el arte audiovisual en la región. Por su contribución al cine independiente y su apoyo a jóvenes cineastas, recibió varios premios y reconocimientos, incluida la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa en 1998.
A pesar de su retiro de la escena pública, Benacerraf continuó siendo una figura influyente en la industria del cine, especialmente en Venezuela. Su trabajo en la Cinemateca Nacional y su labor como promotora del cine latinoamericano dejaron un impacto duradero en la cultura cinematográfica de la región. A lo largo de su carrera, mantuvo una pasión inquebrantable por el cine como forma de expresión artística y cultural, y su legado perdurará en las generaciones futuras de cineastas.
La película "Araya", que mostraba la vida de los trabajadores de las salinas en un pueblo del oriente venezolano, capturó la atención de la crítica internacional y le valió a Benacerraf el reconocimiento en Cannes. A pesar de las dificultades que enfrentó con el montaje final de la película, su trabajo ha sido celebrado por su poesía visual y la sensibilidad con la que retrató la vida de los personajes. Su estilo único y su enfoque en las historias locales la convirtieron en una figura emblemática del cine venezolano y latinoamericano.
La muerte de Margot Benacerraf marca el fin de una era para el cine venezolano, pero su legado perdurará en sus obras y en el impacto que tuvo en la industria. Su contribución al cine independiente y su dedicación a promover el talento de la región han dejado una huella imborrable en la historia del cine latinoamericano. A pesar de las dificultades que enfrentó, su pasión por el cine nunca menguó y su influencia seguirá inspirando a futuras generaciones de cineastas en Venezuela y más allá.