Jimo Borjigin, neurocientífica de la Universidad de Michigan, descubrió hace más de 10 años por accidente que sabemos muy poco sobre el proceso de morir. A raíz de este hallazgo, se ha dedicado a estudiar qué ocurre en el cerebro humano cuando estamos muriendo, contradiciendo lo que se creía hasta ahora. Sus estudios en ratas han demostrado una intensa actividad cerebral durante la muerte, mostrando un aumento en neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina.
En su investigación con pacientes en coma con soporte vital, encontró una alta actividad cerebral en áreas asociadas con funciones conscientes, como la zona cortical posterior y el área de Wernicke. Además, detectaron ondas gamma, involucradas en procesamientos complejos de información y memoria, en dos de los pacientes tras ser desconectados de los ventiladores. Esto sugiere que el cerebro se activa de forma intensa al enfrentarse a la falta de oxígeno, contrarrestando la idea de que el cerebro deja de funcionar durante un paro cardíaco.
Las experiencias cercanas a la muerte reportadas por muchas personas que han sobrevivido a paros cardíacos podrían explicarse por la intensa actividad cerebral observada por Borjigin y su equipo. La activación de áreas como la corteza visual y la posterior hot zone sugiere que estas experiencias podrían tener su origen en la actividad cerebral antes de cesar los signos vitales. Esto desafía la idea de que el cerebro se vuelve inactivo durante un paro cardíaco y cuestiona los diagnósticos de muerte prematura.
Borjigin plantea la hipótesis de que el cerebro tiene mecanismos endógenos para lidiar con la falta de oxígeno, posiblemente similar a la hibernación en otros organismos. Su teoría sugiere que el cerebro tiene prioridades de funcionamiento esenciales para la supervivencia, y activa mecanismos para conservar la cantidad decreciente de oxígeno disponible durante una crisis. Estos descubrimientos abren nuevas preguntas sobre el proceso de la muerte y la actividad cerebral en situaciones extremas.
Para Borjigin, lo encontrado hasta ahora en sus estudios es solo la punta de un iceberg, ya que considera que hay mucho más por descubrir sobre cómo el cerebro reacciona ante la falta de oxígeno durante una crisis. Su investigación desafía las creencias tradicionales sobre la muerte y plantea la necesidad de una mayor comprensión de la función cerebral en situaciones límites. Sus hallazgos podrían tener implicaciones importantes para la medicina y el cuidado de pacientes en estado crítico.