La frase pronunciada por el expresidente Danilo Medina al perder la nominación presidencial por su partido PLD en el 2007 cuando se declaró «vencido por el Estado” a cargo en ese momento de su persistente rival Leonel Fernández, no ha sido repetida literalmente ahora, pero el sentirse herido por la ventajosa superioridad que el solio concede al que tiene la sartén por el mango, se manifiesta en liderazgos de oposición que prontamente niegan apoyo a cualquier propósito de entendimientos hacia la creación de un clima favorable a la gobernabilidad. La confrontación recuperó la fuerza anterior a los comicios en la voz del senador saliente Iván Lorenzo (PLD) pronunciándose contra los llamados a diálogo emitidos por el presidente reelegido, Luis Abinader, bajo el criterio de que el oficialismo pretende avanzar hacia una reforma fiscal (en agenda desde mucho antes de los comicios) «dirigida a implicar a la clase media en el pago de cuarenta mil millones de dólares utilizados por el Gobierno» para conseguir la reelección.
La vibrante objeción a la actitud conciliadora asumido por el primer mandatario fue subrayada con una incandescente reacción del secretario general del Partido de la Liberación Dominicana que describió el triunfo electoral del PRM como demostración de que el 57% del electorado dominicano prefería una administración gubernamental impulsada por la “narco política”. En aparente referencia a ese fichaje deshonroso, recientemente la Dirección Nacional de Control de Drogas reportó la excepcional incautación de más de 141 mil kilos de drogas en tránsito en cuatro años y el decomiso a nivel nacional de más de 102 mil porciones de distintas sustancias que se destinarían al consumo interno en el mismo lapso. El Gobierno concede a EUA todas las extradiciones de narco-contrabandistas que le han solicitado, recibiendo elogios de Washington por su presteza. El rudo perfil que persiste en los discursos pasadas las elecciones (sobre todo en redes) fue destacado el pasado miércoles por el articulista de este periódico HOY Rafael Acevedo, diciendo qué: «aún después de los escrutinios, seguimos escuchando difamaciones o testimonios aberrantes que revuelven el estómago a cualquier cristiano, incluso a cualquier ateo».
Por doquier, desde las prominencias peledeístas surge la admisión de que el partido debe autorrevisarse y adoptar los cambios que resulten necesarios para evitar otra debacle en las urnas y aunque su presidente actual, Danilo Medina, y el secretario general, Charles Mariotti, se dicen dispuestos a dejar el limpio, en el sustrato de sus discursos aparece una resistencia al corte de cabeza definitivo y abogan porque el danilismo conserve liderazgo, al menos simbólicamente, mientras desde las gradas de observadores independientes se opina que el fracaso del matiz morado que usa las siglas PLD tiene nombre y apellido. Una de las voces altas del partido que quedó en tercer lugar en los pasados comicios, el excanciller Andrés Navarro, lo dijo: «Danilo seguirá siendo el líder del PLD y seguirá orientando». No cree que la decisión del expresidente de no aspirar a seguir presidiendo al PLD «no quiere decir que se apartará del partido; su liderazgo se mantendrá en la organización». Y el secretario de Organización, Tommy Galán, opinó que la convocatoria adelantada del X congreso ordinario de la organización es expresión de madurez para asumir un proceso de crítica y autocrítica.
El pasado reciente del partido fundado por el profesor Juan Bosch parece condenado a ser superado para que brillen protagonistas diferentes. El dirigente de la entidad, José Ramón Peralta, exministro del danilismo en condición subjúdice, anunció el fin de su presencia en el Comité Político hasta el inicio del próximo congreso y remató diciendo que «estoy convencido de que ceder mi espacio es lo correcto para que una nueva generación con más energía y nuevas ideas pueda llevar nuevamente al PLD hacia la dirección del país». Algunas demandas de rectificaciones han surgido desde fuera de las filas de los derrotados: el vespertino El Nacional opinó en esta misma semana que «los partidos que sufren reveses o que no cumplieron expectativas electorales están compelidos a someterse a un profundo proceso de autocrítica y reflexión para identificar causas probables de su pobre desempeño». El articulista este diario Ramón Núñez Ramírez opinó que los partidos de oposición que pretendan mantenerse como opción están obligados a un proceso democrático de sustitución de dirigentes.
Parecería que para ir adelante en el tema de la gobernanza debe tomarse en cuenta la indeseable posibilidad de con la presencia mayoritaria del PRM en todas las instancias de poder surja un ejercicio demasiado discrecional de control en el Estado y de toma de decisiones estelares e inapelables de peligro para la democracia. La seducción a prevalerse de la ausencia de disidencias en el nivel legislativo está rechazada de antemano desde la cabeza del oficialismo revalidado por el voto popular. Aún así, el sociólogo articulista de este diario César Pérez ha advertido que el legado que se propone dejar el presidente Luis Abinader «deberá descansar en la profundización de la democracia, lo cual significa inclusión social y de salvaguarda de los derechos fundamentales». Ve los sistemas de libertades amenazados por doquier en el mundo por el populismo. Ese que triunfó en Brasil primero y en Argentina después. Significativamente, en la sección de segunda página del periódico Diario Libre emergió un llamado de palabras precisas al primer mandatario «¡Actúe Presidente!» para entrar en materia con su recomendación de: «con o sin respaldo de la oposición, ya sean recalcitrantes o empecinados, es su deber gobernar». Y en un párrafo final, Diario Libre remata diciendo: «En última instancia, la República Dominicana es un bien común que todos compartimos y su liderazgo (de Abinader) debe prevalecer en beneficio de todos los ciudadanos. ¡Gobierne, Presidente!».