Los Mercedarios Descalzos han realizado importantes contribuciones en áreas como la pastoral, la salud, la educación y el bienestar social en Villa Faro, Santo Domingo Este. Siguen la mística que les dio origen en 1218, cuando la Virgen de las Mercedes le dio a San Pedro Nolasco el carisma de redención a los cautivos. Su misión se extiende a las ataduras espirituales y materiales que afectan a los humanos en la actualidad.
En el país, la orden ha trabajado en la espiritualidad a través de parroquias como San Simón Apóstol, Epifanía del Señor y Nuestra Señora de las Mercedes. Además, opera el centro médico Nuestra Señora de las Mercedes en Mandinga, brindando servicios de diagnóstico y prevención de enfermedades. También dirige el colegio Tirso de Molina, beneficiando a miles de niños y jóvenes con educación durante más de 40 años.
La congregación también está involucrada en la Pastoral Penitenciaria, trabajando con los privados de libertad en las cárceles de la arquidiócesis de Santo Domingo. Destaca el centro nutricional Padre Clemente, que brinda alimentos, útiles escolares y medicamentos a más de 70 niños necesitados. Todo esto en honor al párroco Clemente Furones, fallecido en 2010.
Fray Roberto Peña Beato, recién ordenado como sacerdote en 2011, ha desempeñado un papel clave en la comunidad como párroco de San Simón Apóstol, director del colegio Tirso de Molina y del centro médico Nuestra Señora de las Mercedes. Su labor pastoral ha contribuido al crecimiento de la feligresía en la parroquia, que cuenta con más de 20 grupos y movimientos diferentes.
El padre Robert se destaca por su dinámica de trabajo y por emprender iniciativas para beneficiar a la comunidad. Ha realizado ampliaciones y readecuaciones en el colegio y la parroquia, embelleciendo también los jardines del entorno. Recientemente ha realizado remodelaciones en el colegio y en el altar de la parroquia, y está buscando apoyo para enfrentar el alto consumo energético debido a los aires acondicionados.
Después de la pandemia, el padre Robert enfrenta desafíos para mantener una comunidad unida, atraer a los jóvenes y niños a la iglesia y seguir con las obras realizadas a nombre de la Iglesia y de la Orden de la Merced Descalzas. A pesar de los desafíos, confía en que su trabajo discreto será recompensado por el Señor en el Reino de los Cielos, y espera que lleguen buenos y dignos pastores para asegurar la continuidad de las obras en el tiempo y el espacio.