El pasado domingo 24 de noviembre, los uruguayos eligieron a su nuevo Presidente, Yamandú Orsi del Frente Amplio, quien se impuso al nacionalista Álvaro Delgado con un 49,8% de los votos frente al 45,8% de su adversario. Con esto, el país conoció a su Presidente antes de lo previsto, con Delgado asumiendo la derrota y Luis Lacalle Pou felicitando de inmediato a su sucesor. Estas señales indican que la democracia uruguaya goza de muy buena salud.
La victoria de la fórmula de Yamandú Orsi y Carolina Cosse marca un giro hacia la izquierda en Uruguay, aunque este cambio no es radical con respecto a la administración previa centrada en la centroderecha. Orsi ha expresado su interés en convocar al diálogo nacional y centrar su gobierno en combatir desigualdades, reforzar el rol del Estado y abordar la escalada de violencia que afecta la seguridad pública. Aunque este último desafío no es exclusivo de la gestión anterior, sino un problema heredado.
A pesar de los esfuerzos de la Coalición Republicana, liderada por el Partido Nacional, para renovarse y retener votantes, no lograron conservar el apoyo necesario. Esto se reflejó en la fuga de votos hacia la izquierda, mientras que el comportamiento electoral de los uruguayos demostró que siempre tiende a variar. Uruguay ha recurrido a la segunda vuelta electoral en cinco ocasiones desde la reforma de 1997, con la victoria de los principales actores políticos en cada ocasión.
La vicepresidencia del Senado pasará a manos de Carolina Cosse, quien cuenta con experiencia técnica en el Ejecutivo pero tiene una trayectoria legislativa relativamente escasa. Asumirá este rol en un contexto donde el Frente Amplio tiene mayoría en el Senado, lo que asegura la gobernabilidad. Su principal desafío será negociar acuerdos y practicar la escucha para mantener el orden y la estabilidad en el ámbito legislativo.
Uruguay culminó otra instancia cívica de forma excepcional, demostrando ser un faro de esperanza en un continente diverso y desigual. La pradera levemente ondulada vuelve a ser ejemplo internacional de convivencia y democracia. Orsi y Cosse reciben un país funcionando, con una ciudadanía confiada en sus instituciones y la esperanza de un futuro mejor. Las tradiciones políticas del país siguen siendo admiradas, y el próximo gobierno será evaluado en 2030.