A lo largo de la historia, los indígenas han aportado significativamente a la ciencia moderna en áreas como la medicina, la biología, las matemáticas, la ingeniería y la agricultura. Sin embargo, muchas de estas contribuciones son desconocidas. Numerosos productos médicos, alimentos, técnicas de cultivo y fármacos utilizados en la actualidad tienen su origen en el conocimiento profundo de los pueblos originarios. Los expertos coinciden en que el conocimiento ancestral es igualmente valioso que la ciencia moderna, adquirido a través de la práctica durante siglos.
En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, se presentan siete ejemplos de conocimientos ancestrales que la ciencia moderna "descubrió" después. Desde el uso de plantas medicinales hasta la hibridación de plantas, las comunidades indígenas han contribuido significativamente al desarrollo de la ciencia aplicada. Por ejemplo, el ácido salicílico de la corteza de sauce negro utilizado en la aspirina, o el quillay, un árbol chileno que se descubrió contiene un ingrediente clave para combatir el covid-19.
Los indígenas han utilizado alimentos como la espirulina, la quinua, la chía y el amaranto mucho antes de considerarse "superalimentos" en el mundo moderno. Estos alimentos han sido fundamentales en la dieta de estas comunidades durante siglos y ahora se están redescubriendo por sus increíbles propiedades nutricionales. Además, el conocimiento de los pueblos indígenas sobre la hibridación de plantas, como en el caso del maíz y la papa, ha sido fundamental para el desarrollo de la agricultura.
La invención de la jeringa hipodérmica, atribuida al médico escocés Alexander Wood en la década de 1850, tiene precedentes en diversas culturas indígenas que utilizaban utensilios similares hechos con huesos de pájaros y vejigas de animales para administrar medicamentos. Además, el uso de protector solar no es algo reciente, ya que los indígenas americanos utilizaban sustancias naturales como el aceite de achiote para protegerse del sol. Incluso las gafas de sol se remontan a los indígenas innuit del Ártico americano.
Los indígenas han sido maestros de la hibridación de plantas mucho antes de que los científicos modernos como Gregor Mendel revolucionaran la genética en el siglo XIX. A través de la cruza de especies vegetales y la selección de semillas, los pueblos originarios lograron desarrollar variedades de plantas como el maíz, los frijoles y las papas. Además, estos conocimientos ancestrales han sido fundamentales para el desarrollo de la agricultura y la seguridad alimentaria en el mundo.
Los indígenas también tienen un vasto conocimiento sobre el cambio climático, basado en observaciones directas de la tierra y en la tradición oral transmitida de generación en generación. Cada vez más científicos recurren a las comunidades indígenas para comprender las alteraciones en los patrones climáticos. Además, investigaciones recientes revelan como algunas aves rapaces propagan intencionalmente el fuego para generar incendios, un conocimiento ancestral que ha sido subestimado y que ahora se reconoce como valioso para la prevención de incendios forestales.